lunes, 13 de mayo de 2013
Si 5, 2 Tu deseo no te lleve a obrar según tus caprichos
2 No dejes que tu deseo y tu fuerza te lleven a obrar
según tus caprichos.
(C.I.C 1809) La templanza es la virtud moral que modera
la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes
creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los
deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el
bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar
‘para seguir la pasión de su corazón’ (Si 5,2; cf. 37, 27-31). La templanza es
a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ‘No vayas detrás de tus pasiones,
tus deseos refrena’ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada ‘moderación’
o ‘sobriedad’. Debemos ‘vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo
presente’ (Tt 2, 12). “Nada hay para el sumo bien como amar a Dios con todo el
corazón, con toda el alma y con toda la mente, […] lo cual preserva de la
corrupción y de la impureza del amor, que es lo proprio de la templanza; lo que
hace invencible a todas la incomodidades, que es lo proprio de la fortaleza; lo
que le hace renunciar a todo otro vasallaje, que es lo proprio de la justicia,
y, finalmente, lo que le hace estar siempre en guardia para discernir las cosa
y no dejarse engañar suvbrepticiamente
por la mentira y la falacia, lo que es proprio de la prudencia” (San Agustín, De moribus
Ecclesiae Catholicae, 1, 25, 46: PL 32, 1330-1331).
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