viernes, 24 de mayo de 2013
Si 37, 27-30 No seas insaciable de placeres
27 Hijo mío, para
tu régimen de comida, pruébate a ti mismo: mira qué te hace mal y prívate de
ello. 28 Porque no todo es conveniente para todos ni a todos les gusta lo
mismo. 29 No seas insaciable de placeres ni te excedas en las comidas. 30 Porque
el exceso en las comidas acarrea enfermedades y la glotonería provoca cólicos.
(C.I.C 1810) Las virtudes humanas
adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una
perseverancia, mantenida siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por
la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la
práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas. (C.I.C 1811) Para el hombre herido por el pecado no es fácil
guardar el equilibrio moral. El don de la salvación por Cristo nos otorga la
gracia necesaria para perseverar en la búsqueda de las virtudes. Cada cual debe
pedir siempre esta gracia de luz y de fortaleza, recurrir a los sacramentos,
cooperar con el Espíritu Santo, seguir sus invitaciones a amar el bien y
guardarse del mal.
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