sábado, 18 de mayo de 2013
Si 18, 30 No te dejes guiar por tus pasiones
30 No te dejes guiar por tus pasiones, sino refrena tus
deseos.
(C.I.C 1809) La templanza es la virtud moral que modera
la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes
creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los
deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el
bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar
‘para seguir la pasión de su corazón’ (Si 5,2; cf. 37, 27-31). La templanza es
a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ‘No vayas detrás de tus pasiones,
tus deseos refrena’ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada ‘moderación’
o ‘sobriedad’. Debemos ‘vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo
presente’ (Tt 2, 12). “Nada hay para el sumo bien como amar a Dios con todo el
corazón, con toda el alma y con toda la mente, […] lo cual preserva de la
corrupción y de la impureza del amor, que es lo proprio de la templanza; lo que
hace invencible a todas la incomodidades, que es lo proprio de la fortaleza; lo
que le hace renunciar a todo otro vasallaje, que es lo proprio de la justicia,
y, finalmente, lo que le hace estar siempre en guardia para discernir las cosa
y no dejarse engañar suvbrepticiamente
por la mentira y la falacia, lo que es proprio de la prudencia” (San Agustín, De moribus
Ecclesiae Catholicae, 1, 25, 46: PL 32, 1330-1331).
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