miércoles, 29 de mayo de 2013
Is 1, 2-4 ! ¡Presta oído, tierra! porque habla el Señor
2 ¡Escuchen,
cielos! ¡Presta oído, tierra! porque habla el Señor: Yo crié hijos y los hice
crecer, pero ellos se rebelaron contra mí. 3 El buey conoce a su amo y el asno,
el pesebre de su dueño; ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no tiene
entendimiento! 4 ¡Ay, nación pecadora, pueblo cargado de iniquidad, raza de
malhechores, hijos pervertidos! ¡Han abandonado al Señor, han despreciado al
Santo de Israel, se han vuelto atrás!
(C.I.C 762) La preparación
lejana de la reunión del pueblo de Dios comienza con la vocación de Abraham, a
quien Dios promete que llegará a ser Padre de un gran pueblo (cf Gn 12, 2; 15,
5-6). La preparación inmediata comienza con la elección de Israel como pueblo
de Dios (cf Ex 19, 5-6; Dt 7, 6). Por su elección, Israel debe ser el signo de
la reunión futura de todas las naciones (cf Is 2, 2-5; Mi 4, 1-4). Pero ya los
profetas acusan a Israel de haber roto la alianza y haberse comportado como una
prostituta (cf Os 1; Is 1, 2-4; Jr 2; etc.). Anuncian, pues, una Alianza nueva
y eterna (cf. Jr 31, 31-34; Is 55, 3). "Jesús instituyó esta nueva
alianza" (Lumen gentium, 9).
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