miércoles, 30 de enero de 2013
Sal 40, 2 Esperé confiadamente en el Señor
2 Esperé confiadamente en el Señor: él se inclinó hacia
mí y escuchó mi clamor.
(C.I.C 2657) El Espíritu Santo nos enseña a celebrar la
liturgia esperando el retorno de Cristo, nos educa para orar en la esperanza. Inversamente, la oración de
la Iglesia y la oración personal alimentan en nosotros la esperanza. Los salmos
muy particularmente, con su lenguaje concreto y variado, nos enseñan a fijar
nuestra esperanza en Dios: "En el Señor puse toda mi esperanza, él se
inclinó hacia mí y escuchó mi clamor" (Sal 40, 2). "El Dios de la
esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza
por la fuerza del Espíritu Santo" (Rm 15, 13).
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