lunes, 28 de enero de 2013
Sal 38, 5 me siento ahogado por mis culpas
5 me siento ahogado por mis culpas: son como un peso que
supera mis fuerzas.
(C.I.C 1502) El hombre del Antiguo Testamento vive la
enfermedad de cara a Dios. Ante Dios se lamenta por su enfermedad (cf. Sal 38)
y de Él, que es el Señor de la vida y de la muerte, implora la curación (cf.
Sal 6,3; Is 38). La enfermedad se convierte en camino de conversión (cf. Sal
38,5; 39,9.12) y el perdón de Dios inaugura la curación (cf. Sal 32,5; 107,20;
Mc 2,5-12). Israel experimenta que la enfermedad, de una manera misteriosa, se
vincula al pecado y al mal; y que la fidelidad a Dios, según su Ley, devuelve la
vida: "Yo, el Señor, soy el que te sana" (Ex 15,26). El profeta
entrevé que el sufrimiento puede tener también un sentido redentor por los
pecados de los demás (cf. Is 53,11). Finalmente, Isaías anuncia que Dios hará
venir un tiempo para Sión en que perdonará toda falta y curará toda enfermedad
(cf. Is 33,24).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario