sábado, 12 de enero de 2013
Sal 22, 10-11 Tú, Señor, me sacaste del seno materno
10 Tú, Señor, me sacaste del seno materno, me confiaste
al regazo de mi madre; 11 a ti fui entregado desde mi nacimiento, desde el seno
de mi madre, tú eres mi Dios.
(C.I.C 2270) La vida humana debe ser respetada y protegida
de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer momento
de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona,
entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida (Cf.
Donum vitae, 1, 1). “Antes de haberte
formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía
consagrado”. (Jr 1, 5). “Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo hecho
en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra. (Sal 139, 15).
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