jueves, 20 de noviembre de 2008

Jn 6, 16-21 Vieron a Jesús caminar sobre el agua

(Jn 6, 16-21) Vieron a Jesús caminar sobre el agua
[16] Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar [17] y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos. [18] El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento. [19] Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. [20] Él les dijo: «Soy yo, no teman». [21] Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban.
(C.I.C 1147) Dios habla al hombre a través de la creación visible. El cosmos material se presenta a la inteligencia del hombre para que vea en él las huellas de su Creador (cf. Sb 13,1; Rm 1,19-20; Hch 14,17). La luz y la noche, el viento y el fuego, el agua y la tierra, el árbol y los frutos hablan de Dios, simbolizan a la vez su grandeza y su proximidad. (C.I.C 1148) En cuanto creaturas, estas realidades sensibles pueden llegar a ser lugar de expresión de la acción de Dios que santifica a los hombres, y de la acción de los hombres que rinden su culto a Dios. Lo mismo sucede con los signos y símbolos de la vida social de los hombres: lavar y ungir, partir el pan y compartir la copa pueden expresar la presencia santificante de Dios y la gratitud del hombre hacia su Creador. (C.I.C 537) Por el Bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección: debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús, para subir con él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y "vivir una vida nueva" (Rm 6, 4): “Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con él; descendamos con él para ser ascendidos con él; ascendamos con él para ser glorificados con él” (San Gregorio Nacianceno, Oratio 40, 9: PG 36, 369). “Todo lo que aconteció en Cristo nos enseña que después del baño de agua, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la Voz del Padre, llegamos a ser hijos de Dios” (San Hilario de Poitiers, In Evangelium Matthaei 2, 6: PL 9, 927).

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