jueves, 20 de noviembre de 2008

Jn 6, 15 Jesús se retiró otra vez solo a la montaña

(Jn 6, 15) Jesús se retiró otra vez solo a la montaña
[15] Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.
(C.I.C 439) Numerosos judíos e incluso ciertos paganos que compartían su esperanza reconocieron en Jesús los rasgos fundamentales del mesiánico "hijo de David" prometido por Dios a Israel (cf. Mt 2, 2; 9, 27; 12, 23; 15, 22; 20, 30; 21, 9. 15). Jesús aceptó el título de Mesías al cual tenía derecho (cf. Jn 4, 25-26;11, 27), pero no sin reservas porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado humana (cf. Mt 22, 41-46), esencialmente política (cf. Jn 6, 15; Lc 24, 21). (C.I.C 1379) El Sagrario (tabernáculo) estaba primeramente destinado a guardar dignamente la Eucaristía para que pudiera ser llevada a los enfermos y ausentes fuera de la misa. Por la profundización de la fe en la presencia real de Cristo en su Eucaristía, la Iglesia tomó conciencia del sentido de la adoración silenciosa del Señor presente bajo las especies eucarísticas. Por eso, el sagrario debe estar colocado en un lugar particularmente digno de la iglesia; debe estar construido de tal forma que subraye y manifieste la verdad de la presencia real de Cristo en el santísimo sacramento. (C.I.C 1381) "La presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este sacramento, ‘no se conoce por los sentidos, dice S. Tomás, sino solo por la fe, la cual se apoya en la autoridad de Dios’. Por ello, comentando el texto de S. Lucas 22,19: ‘Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros’, S. Cirilo declara: ‘No te preguntes si esto es verdad, sino acoge más bien con fe las palabras del Señor, porque Él, que es la Verdad, no miente" (Pablo VI, Mysterium fidei; Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae 3, 75, 1; San Cirilo de Alexandría, Commentarius in Lucam, 22, 19: PG 72, 912): Adoro te devote, latens Deitas, Quae sub his figuris vere latitas: Tibi se cor meum totum subjicit, Quia te contemplans totum deficit. Visus, gustus, tactus in te fallitur, Sed auditu solo tuto creditur: Credo quidquod dixit Dei Filius: Nil hoc Veritatis verbo verius. (Adórote devotamente, oculta Deidad, que bajo estas sagradas especies te ocultas verdaderamente: A ti mi corazón totalmente se somete, pues al contemplarte, se siente desfallecer por completo. La vista, el tacto, el gusto, son aquí falaces; sólo con el oído se llega a tener fe segura. Creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios, nada más verdadero que esta palabra de Verdad) (AHMA 50, 589).

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