jueves, 6 de noviembre de 2008
Jn 3, 22-27 Nadie puede atribuirse nada
(Jn 3, 22-27) Nadie puede atribuirse nada
[22] Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a Judea. Permaneció allí con ellos y bautizaba. [23] Juan seguía bautizando en Enón, cerca de Salim, porque había mucha agua en ese lugar y la gente acudía para hacerse bautizar. [24] Juan no había sido encarcelado todavía. [25] Se originó entonces una discusión entre los discípulos de Juan y un judío, acerca de la purificación. [26] Fueron a buscar a Juan y le dijeron: «Maestro, el que estaba contigo al otro lado del Jordán y del que tú has dado testimonio, también bautiza y todos acuden a él». [27] Juan respondió: «Nadie puede atribuirse nada que no haya recibido del cielo.
(C.I.C 524) Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22, 17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: "Es preciso que El crezca y que yo disminuya" (Jn 3, 30).
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