domingo, 9 de noviembre de 2008
Jn 4, 16-23 Adorarán al Padre en espíritu y en verdad
(Jn 4, 16-23) Adorarán al Padre en espíritu y en verdad
[16] Jesús le respondió: «Ve, llama a tu marido y vuelve aquí». [17] La mujer respondió: «No tengo marido». Jesús continuó: «Tienes razón al decir que no tienes marido, [18] porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad». [19] La mujer le dijo: «Señor, veo que eres un profeta. [20] Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar». [21] Jesús le respondió: «Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. [22] Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. [23] Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre.
(C.I.C 728) Jesús no revela plenamente el Espíritu Santo hasta que él mismo no ha sido glorificado por su Muerte y su Resurrección. Sin embargo, lo sugiere poco a poco, incluso en su enseñanza a la muchedumbre, cuando revela que su Carne será alimento para la vida del mundo (cf. Jn 6, 27. 51.62-63). Lo sugiere también a Nicodemo (cf. Jn 3, 5-8), a la Samaritana (cf. Jn 4, 10. 14. 23-24) y a los que participan en la fiesta de los Tabernáculos (cf. Jn 7, 37-39). A sus discípulos les habla de él abiertamente a propósito de la oración (cf. Lc 11, 13) y del testimonio que tendrán que dar (cf. Mt 10, 19-20).
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