martes, 24 de octubre de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 206
(Respuesta YouCat – repeticion) Todo cristiano católico
que ha recibido el sacramento del Bautismo y que está en «estado de gracia»,
puede ser admitido a la Confirmación.
Reflecciones y
puntos a profundizar (Comentario
CIC) (C.I.C 1307) La costumbre latina, desde
hace siglos, indica "la edad del uso de razón", como punto de
referencia para recibir la Confirmación. Sin embargo, en peligro de muerte, se
debe confirmar a los niños incluso si no han alcanzado todavía la edad del uso
de razón (cf. CIC cánones 891; 883, 3)..
Para meditar (Comentario YouCat) Estar en «estado de gracia» quiere
decir no haber cometido ningún pecado grave (pecado mortal). Por un pecado
mortal el cristiano se separa de Dios y sólo puede ser reconciliado de nuevo con
él mediante la Confesión. Un (niño o joven) cristiano que se prepara para
recibir la Confirmación se encuentra en una de las fases más importantes de su
vida. Por ello hará todo lo posible para comprender la fe con su corazón y con
su inteligencia; pedirá el Espíritu Santo a solas y con otros; se reconciliará
de varios modos consigo mismo, con las personas de su entorno y con Dios; aquí
tiene su sentido la Confesión, que acerca también más a Dios aun cuando no se
haya cometido ningún pecado grave.
(Comentario CIC) (C.I.C 1308)
Si a veces se habla de la Confirmación como del "sacramento de la madurez
cristiana", es preciso, sin embargo, no confundir la edad adulta de la fe
con la edad adulta del crecimiento natural, ni olvidar que la gracia bautismal
es una gracia de elección gratuita e inmerecida que no necesita una
"ratificación" para hacerse efectiva. Santo Tomás lo recuerda: “La
edad del cuerpo no prejuzga la del alma. Así, incluso en la infancia, el hombre
puede recibir la perfección de la edad espiritual de que habla la Sabiduría (4,8): ‘la vejez honorable no
es la que dan los muchos días, no se mide por el número de los años’. Así
numerosos niños, gracias a la fuerza del Espíritu Santo que habían recibido,
lucharon valientemente y hasta la sangre por Cristo” (Santo Tomás de Aquino, Summa
theologiae 3, 72, 8, ad 2)
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