viernes, 20 de octubre de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 204
(Respuesta YouCat – repeticion) Ya en el Antiguo
Testamento el pueblo de Dios esperaba que el Espíritu Santo se derramaría sobre
el Mesías. Jesús llevó una vida en un espíritu especial de amor y en total
unión con su Padre del cielo. Este Espíritu de Jesús era el «Espíritu Santo»
que anhelaba el pueblo de Israel; y era el mismo Espíritu que Jesús prometió a
sus discípulos, el mismo Espíritu que descendió sobre los discípulos cincuenta
días después de la Pascua, en la fiesta de Pentecostés. Y nuevamente es el
mismo Espíritu Santo de Jesús quien desciende sobre aquel que recibe el
sacramento de la Confirmación.
Reflecciones y
puntos a profundizar
(Comentario CIC) (C.I.C
1287) Ahora bien, esta plenitud del Espíritu no debía
permanecer únicamente en el Mesías, sino que debía ser comunicada a todo el pueblo mesiánico (cf. Ez
36,25-27; Jl 3,1-2). En repetidas ocasiones Cristo prometió esta efusión del
Espíritu (cf. Lc 12,12; Jn 3,5-8; 7,37-39; 16,7-15; Hch 1,8), promesa que
realizó primero el día de Pascua (Jn 20,22) y luego, de manera más manifiesta
el día de Pentecostés (cf. Hch 2,1-4). Llenos del Espíritu Santo, los Apóstoles
comienzan a proclamar "las maravillas de Dios" (Hch 2,11) y Pedro
declara que esta efusión del Espíritu es el signo de los tiempos mesiánicos
(cf. Hch 2, 17-18). Los que creyeron en la predicación apostólica y se hicieron
bautizar, recibieron a su vez el don del Espíritu Santo (cf. Hch 2,38).
Para meditar (Comentario
YouCat) Ya en los Hechos de los Apóstoles, que se escribieron
pocos decenios después de la muerte de Jesús, vemos a Pedro y a Juan en «viaje
de Confirmación»; ambosimponen las manos a nuevos cristianos, que antes «sólo
estaban bautizados en el nombre del Señor Jesús», para que su corazón se llene
del Espíritu Santo.
(Comentario CIC)
(C.I.C 1315) "Al enterarse
los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaría había aceptado la Palabra
de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para
que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre
ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en el nombre del Señor
Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo" (Hch
8,14-17) (C.I.C 1288) "Desde […] aquel
tiempo, los Apóstoles, en cumplimiento de la voluntad de Cristo, comunicaban a
los neófitos, mediante la imposición de las manos, el don del Espíritu Santo,
destinado a completar la gracia del Bautismo (cf. Hch 8,15-17; 19,5-6). Esto
explica por qué en la Carta a los Hebreos se recuerda, entre los primeros
elementos de la formación cristiana, la doctrina del bautismo y de la la
imposición de las manos (cf. Hb 6,2). Es esta imposición de las manos la que ha
sido con toda razón considerada por la tradición católica como el primitivo
origen del sacramento de la Confirmación, el cual perpetúa, en cierto modo, en
la Iglesia, la gracia de Pentecostés" (Pablo VI, const. apost. Divinae consortium naturae).
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