lunes, 21 de septiembre de 2015
520. ¿En qué se inspira el amor a los pobres? (Segunda parte - continuación)
Le pedimos disculpas a los visitantes por el
largo retraso: - de 6 – a 15 de
septiembre - en publicar las entradas del blog. Sólo se debe a los retrasos
en la reparación de sus propios fracasos y a reincorporarse a sus funciones por
la empresa que proporciona conexiones a Internet.
(Compendio 520
- repetición) El amor a los pobres se inspira en el Evangelio
de las bienaventuranzas y en el ejemplo de Jesús en su constante atención a los
pobres. Jesús dijo: «Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25, 40). El amor a los pobres se realiza
mediante la lucha contra la pobreza material, y también contra las numerosas
formas de pobreza cultural, moral y religiosa. Las obras de misericordia
espirituales y corporales, así como las numerosas instituciones benéficas a lo
largo de los siglos, son un testimonio concreto del amor preferencial por los
pobres que caracteriza a los discípulos de Jesús.
Resumen
(C.I.C 2463)
¿Cómo no reconocer a Lázaro, el mendigo hambriento de la parábola en la
multitud de seres humanos sin pan, sin techo, sin patria? (cf. Lc 16, 19-31)
¿Cómo no escuchar a Jesús que dice: ‘A mi no me lo hicisteis?’ (Mt 25, 45).
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2447) Las obras de misericordia son acciones
caritativas mediante las cuales socorremos a nuestro prójimo en sus necesidades
corporales y espirituales (cf. Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir, aconsejar,
consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo
son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales
consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo
tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los
muertos (cf. Mt 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres
(cf. Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad
fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf. Mt 6,
2-4): “El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que
tenga para comer que haga lo mismo” (Lc 3, 11). “Dad más bien en limosna lo que
tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros” (Lc 11, 41). “Si un
hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de
vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos o hartaos’, pero no les dais lo
necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?” (St 2, 15-16; cf Jn 3, 17).
Para la reflexión
(C.I.C 2446) San
Juan Crisóstomo lo recuerda vigorosamente: ‘No hacer participar a los pobres de
los propios bienes es robarles y quitarles la vida; […] lo que poseemos no son
bienes nuestros, sino los suyos’(San Juan Crisóstomo, In Lazarum, concio 2, 6: PG 48, 992). Es preciso ‘satisfacer ante
todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de
caridad lo que ya se debe a título de justicia’ (Apostolicam actuositatem, 8): “Cuando damos a los pobres las cosas
indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos
lo que es suyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir
un deber de justicia” (San Gregorio Magno, Regula
pastoralis, 3, 21, 45: PL 77, 87). (Continua)
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