domingo, 20 de septiembre de 2015
520. ¿En qué se inspira el amor a los pobres? (Primera parte)
Le pedimos disculpas a los visitantes por el
largo retraso: - de 6 – a 15 de
septiembre - en publicar las entradas del blog. Sólo se debe a los retrasos
en la reparación de sus propios fracasos y a reincorporarse a sus funciones por
la empresa que proporciona conexiones a Internet.
(Compendio 520)
El amor a los pobres se inspira en el Evangelio de las bienaventuranzas y en el
ejemplo de Jesús en su constante atención a los pobres. Jesús dijo: «Cuanto
hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt
25, 40). El amor a los pobres se realiza mediante la lucha contra la pobreza
material, y también contra las numerosas formas de pobreza cultural, moral y
religiosa. Las obras de misericordia espirituales y corporales, así como las
numerosas instituciones benéficas a lo largo de los siglos, son un testimonio
concreto del amor preferencial por los pobres que caracteriza a los discípulos
de Jesús.
Resumen
(C.I.C 2462) La
limosna hecha a los pobres es un testimonio de caridad fraterna; es también una
práctica de justicia que agrada a Dios. (C.I.C 2463) ¿Cómo no reconocer a
Lázaro, el mendigo hambriento de la parábola en la multitud de seres humanos
sin pan, sin techo, sin patria? (cf. Lc 16, 19-31) ¿Cómo no escuchar a Jesús
que dice: ‘A mi no me lo hicisteis?’ (Mt 25, 45).
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2443) Dios
bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo:
‘A quien te pide da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda’
(Mt 5, 42). ‘Gratis lo recibisteis, dadlo gratis’ (Mt 10, 8). Jesucristo
reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres (cf. Mt 25,
31-36). La buena nueva ‘anunciada a los pobres’ (Mt 11, 5; Lc 4, 18)) es el
signo de la presencia de Cristo. (C.I.C 2444) ‘El amor de la Iglesia por los
pobres [...] pertenece a su constante tradición’ (Centesimus annus, 57). Está inspirado en el Evangelio de las
bienaventuranzas (cf. Lc 6, 20-22), en la pobreza de Jesús (cf. Mt 8, 20), y en
su atención a los pobres (cf. Mc 12, 41-44). El amor a los pobres es también
uno de los motivos del deber de trabajar, con el fin de hacer partícipe al que
se halle en necesidad (Ef 4, 28). No abarca sólo la pobreza material, sino
también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf. Centesimus annus, 57).
Para la reflexión
(C.I.C 2445) El
amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su
uso egoísta: “Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las
desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y
vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados
de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras
carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos.
Mirad: el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros
campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del
Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis
entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la
matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste (St 5, 1-6). (Continua)
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