miércoles, 24 de octubre de 2012
2S 7, 16 Y su trono será estable para siempre
16 Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí,
y su trono será estable para siempre»
(C.I.C 709)
La Ley, signo de la Promesa y de la Alianza, habría debido regir el corazón y
las instituciones del Pueblo salido de la fe de Abraham. "Si de veras
escucháis mi voz y guardáis mi alianza [...] seréis para mí un reino de
sacerdotes y una nación santa" (Ex 19,5-6; cf. 1P 2, 9). Pero, después de
David, Israel sucumbe a la tentación de convertirse en un reino como las demás
naciones. Pues bien, el Reino objeto de la promesa hecha a David (cf. 2S 7; Sal
89; Lc 1, 32-33) será obra del Espíritu Santo; pertenecerá a los pobres según
el Espíritu.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario