martes, 23 de octubre de 2012
2S 7, 14-15 Seré un padre para él, y él será para mí un hijo
II Samuel 7 - paginas
selectas
14 Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si
comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres.15
Pero mi fidelidad no se retirará de él, como se la retiré a Saúl, al que aparté
de tu presencia.
(C.I.C
238) La invocación de Dios como "Padre" es conocida en muchas
religiones. La divinidad es con frecuencia considerada como "padre de los
dioses y de los hombres". En Israel, Dios es llamado Padre en cuanto
Creador del mundo (Cf. Dt 32,6; Ml 2,10). Pues aún más, es Padre en razón de la
alianza y del don de la Ley a Israel, su "primogénito" (Ex 4,22). Es
llamado también Padre del rey de Israel (cf. 2 S 7,14). Es muy especialmente
"el Padre de los pobres", del huérfano y de la viuda, que están bajo
su protección amorosa (cf. Sal 68,6).
(C.I.C 441) Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un título dado a los
ángeles (cf. Dt 32, 8; Jb 1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr
3, 19; Si 36, 11; Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a
sus reyes (cf. 2S 7, 14; Sal 82, 6). Significa entonces una filiación adoptiva
que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad
particular. Cuando el Rey-Mesías prometido es llamado "hijo de Dios"
(cf. 1Cro 17, 13; Sal 2, 7), no implica necesariamente, según el sentido
literal de esos textos, que sea más que humano. Los que designaron así a Jesús
en cuanto Mesías de Israel (cf. Mt 27, 54), quizá no quisieron decir nada más
(cf. Lc 23, 47).
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