sábado, 13 de octubre de 2012
Jc 6, 12; 20-24 El Angel del Señor desapareció de su vista
Jueces 6 - paginas
selectas
12 El
Angel del Señor se le apareció y le dijo: «El Señor está contigo, valiente
guerrero». - 20 El Angel del Señor le dijo: «Toma la carne y los panes ácimos,
deposítalos sobre esta roca y derrama sobre ellos el caldo». Así lo hizo
Gedeón. 21 Entonces el Angel del Señor tocó la carne y los panes ácimos con la
punta del bastón que llevaba en la mano, y salió de la roca un fuego que los
consumió. En seguida el Angel del Señor desapareció de su vista. 22 Gedeón
reconoció entonces que era el Angel del Señor, y exclamó: ¡Ay de mí, Señor,
porque he visto cara a cara al Angel del Señor!». 23 Pero el Señor le
respondió: «Quédate en paz. No temas, no morirás». 24 Gedeón erigió allí un
altar al Señor y lo llamó: «El Señor es la paz». Todavía hoy se encuentra ese
altar en Ofrá de Abiézer.
(C.I.C
328) La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada
Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. E1 testimonio de la
Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición. (C.I.C 330) En tanto que criaturas puramente
espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales (cf. Pío
XII, Humani generis: DS 3891) e
inmortales (cf. Lc 20, 36). Superan en perfección a todas las criaturas
visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello (cf. Dn 10, 9-12).
(C.I.C 332) Desde la creación (cf. Jb 38, 7, donde los ángeles son llamados
"hijos de Dios") y a lo largo de toda la historia de la salvación,
los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al
designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal (cf. Gn 3, 24),
protegen a Lot (cf. Gn 19), salvan a Agar y a su hijo (cf. Gn 21, 17), detienen
la mano de Abraham (cf. Gn 22, 11), la ley es comunicada por su ministerio (cf.
Hch 7,53), conducen el pueblo de Dios (cf. Ex 23, 20-23), anuncian nacimientos
(cf. Jc 13) y vocaciones (cf. Jc 6, 11-24; Is 6, 6), asisten a los profetas
(cf. 1R 19, 5), por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel
Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el del mismo Jesús (cf. Lc 1, 11.26).
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