jueves, 25 de octubre de 2012
2S 7, 18-21 Tú has hecho esta gran obra dándosela a conocer a tu servidor
18 Entonces el rey David fue a sentarse delante del
Señor y exclamó: «¿Quién soy yo, Señor, y qué es mi casa para que me hayas
hecho llegar hasta aquí? 19 Y como esto te pareció demasiado poco, también le
has hecho una promesa a la casa de tu servidor, para un futuro lejano. ¿Es esto
lo que haces habitualmente con los hombres, Señor? 20 ¿Y qué más podría decirte
David, si tú, Señor, conoces bien a tu servidor? 21 A causa de tu palabra y
conforme a tu designio, tú has hecho esta gran obra, dándosela a conocer a tu
servidor.
(C.I.C
2579) David es, por excelencia, el rey "según el corazón de Dios", el
pastor que ruega por su pueblo y en su nombre, aquél cuya sumisión a la
voluntad de Dios, cuya alabanza y arrepentimiento serán modelo de la oración
del pueblo. Ungido de Dios, su oración es adhesión fiel a la promesa divina (cf.
2S 7, 18-29), confianza cordial y gozosa en aquel que es el único Rey y Señor.
En los Salmos, David, inspirado por el Espíritu Santo, es el primer profeta de
la oración judía y cristiana. La oración de Cristo, verdadero Mesías e hijo de
David, revelará y llevará a su plenitud el sentido de esta oración.
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