sábado, 25 de julio de 2009

Rm 16, 17-18 Ellos no sirven a nuestro Señor Jesucristo

(Rm 16, 17-18) Ellos no sirven a nuestro Señor Jesucristo
[17] Les ruego, hermanos, que se cuiden de los que provocan disensiones y escándalos, contrariamente a la enseñanza que ustedes han recibido. Eviten su trato, [18] porque ellos no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a su propio interés, seduciendo a los simples con palabras suaves y aduladoras.
(C.I.C 813) La Iglesia es una debido a su origen: "El modelo y principio supremo de este misterio es la unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el Espíritu Santo, en la Trinidad de personas" (Unitatis redintegratio, 2). La Iglesia es una debido a su Fundador: "Pues el mismo Hijo encarnado, Príncipe de la paz, por su cruz reconcilió a todos los hombres con Dios […] restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo" (Gaudium et spes, 78). La Iglesia es una debido a su "alma": "El Espíritu Santo que habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esa admirable comunión de fieles y une a todos en Cristo tan íntimamente que es el Principio de la unidad de la Iglesia" (Unitatis redintegratio, 2). Por tanto, pertenece a la esencia misma de la Iglesia ser una: “¡Qué sorprendente misterio! Hay un solo Padre del universo, un solo Logos del universo y también un solo Espíritu Santo, idéntico en todas partes; hay también una sola virgen hecha madre, y me gusta llamarla Iglesia” (Clemente Alejandrino, Paedagogus 1, 6, 42: PG 8, 300). (C.I.C 855) La misión de la Iglesia reclama el esfuerzo hacia la unidad de los cristianos (cf. Redemptoris missio, 50). En efecto, "las divisiones entre los cristianos son un obstáculo para que la Iglesia lleve a cabo la plenitud de la catolicidad que le es propia en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el bautismo, están, sin embargo, separados de su plena comunión. Incluso se hace más difícil para la propia Iglesia expresar la plenitud de la catolicidad bajo todos los aspectos en la realidad misma de la vida" (Unitatis redintegratio, 4).

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