martes, 21 de julio de 2009
Rm 15, 13-14 La esperanza sobreabunde en ustedes
(Rm 15, 13-14) La esperanza sobreabunde en ustedes
[13] Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en ustedes por obra del Espíritu Santo. [14] Por mi parte, hermanos, estoy convencido de que ustedes están llenos de buenas disposiciones y colmados del don de la ciencia, y también de que son capaces de aconsejarse mutuamente.
(C.I.C 1841) Las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y la caridad (Cf. 1Co 13, 13). Informan y vivifican todas las virtudes morales. (C.I.C 1840) Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo. (C.I.C 1842) Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que El nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos propone como objeto de fe. (C.I.C 162) La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello a Timoteo: "Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe" (1Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que nos la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe "actuar por la caridad" (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rom 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia. (C.I.C 161) Creer en Cristo Jesús y en aquél que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa salvación (cf. Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40 y en otros lugares). "Puesto que `sin la fe... es imposible agradar a Dios' (Hb 11,6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, nadie es justificado sin ella y nadie, a no ser que `haya perseverado en ella hasta el fin' (Mt 10,22; 24,13), obtendrá la vida eterna" (Dei Filius: DS 3012; cf. Concilio de Trento: DS 1532). (C.I.C 1843) Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla. (C.I.C 1844) Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el ‘vínculo de la perfección’ (Col 3, 14) y la forma de todas las virtudes. (C.I.C 1845) Los siete dones del Espíritu Santo concedidos a los cristianos son: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario