jueves, 2 de julio de 2009
Rm 12, 19-21 Vence al mal haciendo el bien
(Rm 12, 19-21) Vence al mal haciendo el bien
[19] Queridos míos, no hagan justicia por sus propias manos, antes bien, den lugar a la ira de Dios. Porque está escrito: Yo castigaré. Yo daré la retribución, dice el Señor. [20] Y en otra parte está escrito: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Haciendo esto, amontonarás carbones encendidos sobre su cabeza. [21] No te dejes vencer por el mal. Por el contrario, vence al mal, haciendo el bien.
(C.I.C 2635) Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca "no su propio interés sino […] el de los demás" (Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal (Cf. San Esteban orando por sus verdugos, como Jesús: Hch 7, 60; Lc 23, 28. 34). (C.I.C 1825) Cristo murió por amor a nosotros ‘cuando éramos todavía enemigos’ (Rm 5, 10). El Señor nos pide que amemos como El hasta a nuestros enemigos (Cf. Mt 5, 44), que nos hagamos prójimos del más lejano (Cf. Lc 10, 27-37), que amemos a los niños (Cf. Mc 9, 37) y a los pobres como a El mismo (Cf. Mt 25, 40.45). El apóstol san Pablo ofrece una descripción incomparable de la caridad: ‘La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta (1Co 13, 4-7).
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