miércoles, 8 de julio de 2009
Rm 14, 10-13 ¿Con qué derecho juzgas a tu hermano?
(Rm 14, 10-13) ¿Con qué derecho juzgas a tu hermano?
[10] Entonces, ¿con qué derecho juzgas a tu hermano? ¿Por qué lo desprecias? Todos, en efecto, tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios, [11] porque está escrito: Juro que toda rodilla se doblará ante mí y toda lengua dará gloria a Dios, dice el Señor. [12] Por lo tanto, cada uno de nosotros tendrá que rendir cuenta de sí mismo a Dios. [13] Dejemos entonces de juzgarnos mutuamente; traten más bien de no poner delante de su hermano nada que lo haga tropezar o caer.
(C.I.C 2475) Los discípulos de Cristo se han ‘revestido del hombre nuevo, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad’ (Ef 4, 24). ‘Desechando la mentira’ (Ef 4, 25), deben ‘rechazar toda malicia y todo engaño, hipocresías, envidias y toda clase de maledicencias’ (1Pe 2, 1). (C.I.C 2478) Para evitar el juicio temerario, cada uno debe interpretar, en cuanto sea posible, en un sentido favorable los pensamientos, palabras y acciones de su prójimo: “Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve” (San Ignacio de Loyola, Exercitia spiritualia, 22).
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