domingo, 24 de febrero de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 449.
(Respuesta YouCat – repeticion) El amor a los pobres
debe ser en todos los tiempos el distintivo de los cristianos. A los pobres no
les corresponde sin más algún tipo de limosnas; tienen derecho a la justicia.
Los cristianos tienen un deber especial de compartir sus bienes. Cristo es un
ejemplo en el amor a los pobres.
Reflecciones y
puntos a profundizar
(Comentario CIC) (CIC 2444) “El amor de la Iglesia por los pobres [...] pertenece a su
constante tradición” (Centesimus annus,
57). Está inspirado en el Evangelio de las bienaventuranzas (cf Lc 6,
20-22), en la pobreza de Jesús (cf Mt 8, 20), y en su atención a los
pobres (cf Mc 12, 41-44). El amor a los pobres es también uno de los
motivos del deber de trabajar, con el fin de “hacer partícipe al que se halle
en necesidad” (Ef 4, 28). No abarca sólo la pobreza material, sino
también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf Centesimus annus, 57).
Para meditar
(Comentario YouCat) «Bienaventurados
los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3)
es la primera frase de Jesús en el sermón de la montaña. Hay pobreza material,
intelectual, cultural y espiritual. Los cristianos deben cuidar con atención,
caridad y constancia de los necesitados de la tierra. Pues en ningún otro
aspecto son tan claramente medidos por Cristo como en la forma en la que tratan
a los pobres: «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más
pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40).
(Comentario CIC) (CIC 2446) San Juan Crisóstomo lo
recuerda vigorosamente: “No hacer participar a los pobres de los propios bienes
es robarles y quitarles la vida; [...] lo que poseemos no son bienes nuestros,
sino los suyos” (In Lazarum, concio 2, 6). Es preciso “satisfacer ante
todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de
caridad lo que ya se debe a título de justicia” (Apostolicam actuositatem, 8): «Cuando damos a los pobres las cosas
indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos
lo que es suyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir
un deber de justicia» (San Gregorio Magno, Regula pastoralis, 3, 21,
45).
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