sábado, 23 de febrero de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 449.
(Respuesta YouCat) El amor a los pobres debe ser en
todos los tiempos el distintivo de los cristianos. A los pobres no les
corresponde sin más algún tipo de limosnas; tienen derecho a la justicia. Los
cristianos tienen un deber especial de compartir sus bienes. Cristo es un
ejemplo en el amor a los pobres.
Reflecciones y
puntos a profundizar
(Comentario CIC) (CIC 2443) Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los
que se niegan a hacerlo: “A quien te pide da, al que desee que le prestes algo
no le vuelvas la espalda” (Mt 5, 42). “Gratis lo recibisteis, dadlo
gratis” (Mt 10, 8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan
hecho por los pobres (cf Mt 25, 31-36). La buena nueva “anunciada a los
pobres” (Mt 11, 5; Lc 4, 18)) es el signo de la presencia de
Cristo.
Para meditar
(Comentario YouCat) «Bienaventurados
los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5,3)
es la primera frase de Jesús en el sermón de la montaña. Hay pobreza material,
intelectual, cultural y espiritual. Los cristianos deben cuidar con atención,
caridad y constancia de los necesitados de la tierra. Pues en ningún otro
aspecto son tan claramente medidos por Cristo como en la forma en la que tratan
a los pobres: «Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más
pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40).
(Comentario CIC) (CIC 2445) El amor a los pobres es
incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta: «Ahora
bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para
caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están
apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su
herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como
fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad: el
salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está
gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de
los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis
entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la
matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste» (St 5,
1-6).
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