miércoles, 13 de febrero de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 440.
(Respuesta YouCat) Es una misión especial de los fíeles laicos comprometerse en la política, la
sociedad y la economía, según el espíritu del Evangelio, la caridad, la verdad
y la justicia. Para ello la Doctrina
Social de la Iglesia les ofrece una orientación clara.
Reflecciones y
puntos a profundizar
(Comentario CIC) (CIC 2442) No corresponde a los pastores de la Iglesia intervenir
directamente en la actividad política y en la organización de la vida social.
Esta tarea forma parte de la vocación de los fieles laicos, que actúan
por su propia iniciativa con sus conciudadanos. La acción social puede implicar
una pluralidad de vías concretas. Deberá atender siempre al bien común y
ajustarse al mensaje evangélico y a la enseñanza de la Iglesia. Corresponde a
los fieles laicos “animar, con su compromiso cristiano, las realidades y, en
ellas, procurar ser testigos y operadores de paz y de justicia” (Sollicitudo rei socialis, 47; cf 42).
Para meditar
(Comentario YouCat) La
participación activa en la política de partidos no es compatible con el
ministerio de los obispos, presbíteros y religiosos. Deben estar disponibles
para todos.
(Comentario CIC) (CIC 899) La iniciativa de los
cristianos laicos es particularmente necesaria cuando se trata de descubrir o
de idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida
cristianas impregnen las realidades sociales, políticas y económicas. Esta
iniciativa es un elemento normal de la vida de la Iglesia: «Los fieles
laicos se encuentran en la línea más avanzada de la vida de la Iglesia; por
ellos la Iglesia es el principio vital de la sociedad. Por tanto ellos,
especialmente, deben tener conciencia, cada vez más clara, no sólo de
pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia; es decir, la comunidad de los
fieles sobre la tierra bajo la guía del jefe común, el Romano Pontífice, y de
los Obispos en comunión con él. Ellos son la Iglesia» (Pío XII, Discurso a los cardenales recién creados,
20 de febrero
de 1946; citado por Juan Pablo II en CL 9).
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