viernes, 15 de febrero de 2019
CIC al YouCat Pregunta n. 442.
(Respuesta YouCat) Un capitalismo que no esté insertado
en un ordenamiento jurídico sólido corre el riesgo de desvincularse del bien
común y de convertirse en un mero instrumento del afán de lucro de algunos. A
esto se opone la Iglesia decididamente. Por el contrario, aprueba una economía
de mercado que esté al servicio del hombre, evite los monopolios y garantice a
todos el suministro de los bienes y el trabajo necesarios para vivir.
Reflecciones y
puntos a profundizar
(Comentario CIC) (CIC 2426) El desarrollo de las actividades económicas y el crecimiento
de la producción están destinados a satisfacer las necesidades de los seres
humanos. La vida económica no tiende solamente a multiplicar los bienes
producidos y a aumentar el lucro o el poder; está ordenada ante todo al
servicio de las personas, del hombre entero y de toda la comunidad humana. La
actividad económica dirigida según sus propios métodos, debe moverse no
obstante dentro de los límites del orden moral, según la justicia social, a fin
de responder al plan de Dios sobre el hombre (cf Gaudium et spes, 64).
Para meditar
(Comentario YouCat) La Doctrina Social de la Iglesia valora todas las
organizaciones sociales en función de su servicio al bien común, es decir, en
la medida en que «los hombres, Las familias y las asociaciones pueden Lograr
con mayor plenitud y facilidad su propia perfección» (Concilio Vaticano II ,
GS). Esto es válido también para la economía que, en primer lugar, tiene que
estar al servicio del hombre.
(Comentario CIC) (CIC 2425) La Iglesia ha rechazado las
ideologías totalitarias y ateas asociadas en los tiempos modernos al
“comunismo” o “socialismo”. Por otra parte, ha rechazado en la práctica del
“capitalismo” el individualismo y la primacía absoluta de la ley de mercado
sobre el trabajo humano (cf Centesimus
annus, 10. 13. 44). La regulación de la economía por la sola planificación
centralizada pervierte en su base los vínculos sociales; su regulación
únicamente por la ley de mercado quebranta la justicia social, porque “existen
numerosas necesidades humanas que no pueden ser satisfechas por el mercado” (Centesimus annus, 34). Es preciso
promover una regulación razonable del mercado y de las iniciativas económicas,
según una justa jerarquía de valores y con vistas al bien común.
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