martes, 19 de febrero de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 446.
(Respuesta YouCat) La globalización en principio no es
buena ni mala, sino la descripción de una realidad a la que se debe dar forma.
«Surgido en los países económicamente desarrollados, este proceso ha implicado
por su naturaleza a todas las economías. Ha sido el motor principal para que
regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de por sí, una gran
oportunidad. Sin embargo, sin la guía de la caridad en la verdad, este impulso
planetario puede contribuir a crear riesgo de daños hasta ahora desconocidos y
nuevas divisiones en la familia humana» (Benedicto XVI, CiV).
Reflecciones y
puntos a profundizar
(Comentario CIC) (CIC 2426) El desarrollo de las actividades económicas y el crecimiento
de la producción están destinados a satisfacer las necesidades de los seres
humanos. La vida económica no tiende solamente a multiplicar los bienes
producidos y a aumentar el lucro o el poder; está ordenada ante todo al
servicio de las personas, del hombre entero y de toda la comunidad humana. La
actividad económica dirigida según sus propios métodos, debe moverse no obstante
dentro de los límites del orden moral, según la justicia social, a fin de
responder al plan de Dios sobre el hombre (cf Gaudium et spes, 64).
Para meditar
(Comentario YouCat) Cuando
nos compramos unos vaqueros baratos no nos deben dejar indiferentes las
circunstancias en las que han sido producidos, si los trabajadores han recibido
o no un salario justo. El destino de todos es importante. No nos puede dejar
indiferente la necesidad de ninguna persona. En el nivel político es necesaria
una «verdadera autoridad política mundial» (Benedicto XVI, CiV), que se
preocupe de que se alcance un equilibrio justo entre los hombres de los países
ricos y los de los países subde-sarrollados. Con mucha frecuencia estos últimos
están excluidos de las ventajas de la globalización económica y sólo les toca
soportar las cargas.
(Comentario CIC) (CIC 2431) La responsabilidad del
Estado. “La actividad [...] económica, en particular la economía de
mercado, no puede desenvolverse en medio de un vacío institucional, jurídico y
político. Por el contrario supone una seguridad que garantiza la libertad
individual y la propiedad, además de un sistema monetario estable y servicios
públicos eficientes. La primera incumbencia del Estado es, pues, la de
garantizar esa seguridad, de manera que quien trabaja y produce pueda gozar de
los frutos de su trabajo y, por tanto, se sienta estimulado a realizarlo
eficiente y honestamente [...]. Otra incumbencia del Estado es la de vigilar y
encauzar el ejercicio de los derechos humanos en el sector económico; pero en
este campo la primera responsabilidad no es del Estado, sino de cada persona y
de los diversos grupos y asociaciones en que se articula la sociedad” (Centesimus annus, 48).
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