domingo, 17 de febrero de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 444.
(Respuesta YouCat) El trabajo es un mandato de Dios a
los hombres. En un esfuerzo común debemos mantener y continuar la obra de la
Creación: «El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para
que lo guardara y lo cultivara» (Gen 2,15). El trabajo es para la mayoría de
los hombres su medio de sustento. El desempleo es un mal grave que debe ser
combatido con decisión.
Reflecciones y
puntos a profundizar
(Comentario CIC) (CIC 2433) El acceso al trabajo y a
la profesión debe estar abierto a todos sin discriminación injusta, a hombres y
mujeres, sanos y disminuidos, autóctonos e inmigrados (cf Laborem exercens, 19; 22-23). Habida consideración de las
circunstancias, la sociedad debe, por su parte, ayudar a los ciudadanos a
procurarse un trabajo y un empleo (cf Centesimus
annus, 48).
Para meditar
(Comentario YouCat) Mientras
que hoy en día muchas personas a quienes les gustaría trabajar no encuentran un
puesto de trabajo, existen «adictos al trabajo» que se entregan de tal modo al
trabajo que no encuentran tiempo para Dios ni para el prójimo. Y, mientras que
muchas personas apenas pueden alimentarse a sí mismas y a sus familias con su
sueldo, otros ganan tanto que pueden llevar una vida con un lujo inimaginable.
El trabajo no es un fin en sí mismo, sino que debe servir a la
realización de una sociedad que corresponda a la dignidad del hombre. La
Doctrina Social de la Iglesia aboga por ello a favor de un orden económico en
el que todos los hombres colaboren activamente y puedan participar del
bienestar alcanzado. Defiende un salario justo, que haga posible para todos una
existencia digna, y exhorta a los ricos a practicar las virtudes de la
moderación y el compartir solidario.
(Comentario CIC) (CIC 2434) El salario justo es
el fruto legítimo del trabajo. Negarlo o retenerlo puede constituir una grave
injusticia (cf Lv 19, 13; Dt 24, 14-15; St 5, 4). Para
determinar la justa remuneración se han de tener en cuenta a la vez las
necesidades y las contribuciones de cada uno. “El trabajo debe ser remunerado
de tal modo que se den al hombre posibilidades de que él y los suyos vivan
dignamente su vida material, social, cultural y espiritual, teniendo en cuenta
la tarea y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa
y el bien común” (Gaudium et spes,
67, 2). El acuerdo de las partes no basta para justificar moralmente la cuantía
del salario.
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