lunes, 21 de noviembre de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 89.
(Respuesta YouCat - repeticion) Dios quiere
«que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tim 2,4). El
«reino de Dios» comienza en las personas que se dejan transformar por el amor
de Dios. Según la experiencia de Jesús son sobre todo los pobres y los
pequeños.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 543) Todos
los hombres están llamados a entrar en el Reino. Anunciado en primer lugar
a los hijos de Israel (cf. Mt 10, 5-7), este reino mesiánico está destinado a
acoger a los hombres de todas las naciones (cf. Mt 8, 11; 28, 19). Para entrar
en él, es necesario acoger la palabra de Jesús: “La palabra de Dios se compara
a una semilla sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al
pequeño rebaño de Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí
misma, germina y crece hasta el tiempo de la siega” (Lumen Gentium 5).
Para Meditar
(Comentario YouCat) Incluso las personas que están
alejadas de la Iglesia encuentran fascinante que Jesús, con una especie de amor
preferencial, se dirija primero a los excluidos sociales. En el sermón de la
montaña son los pobres y los que lloran, las víctimas de la persecución y de la
violencia, todos los que buscan a Dios con un corazón puro, todos los que
buscan su misericordia, su justicia y su paz, los que tienen un acceso
preferente al reino de Dios. Los pecadores son especialmente invitados: «No
necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos,
sino a pecadores» (Me 2,17).
(Comentario CIC) (C.I.C 544) El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir a los que lo
acogen con un corazón humilde. Jesús fue enviado para "anunciar la Buena
Nueva a los pobres" (Lc 4, 18; cf. 7, 22). Los declara bienaventurados
porque de "ellos es el Reino de los cielos" (Mt 5, 3); a los
"pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas que
ha ocultado a los sabios y prudentes (cf. Mt 11, 25). Jesús, desde el pesebre
hasta la cruz comparte la vida de los pobres; conoce el hambre (cf. Mc 2,
23-26; Mt 21,18), la sed (cf. Jn 4,6-7; 19,28) y la privación (cf. Lc 9, 58).
Aún más: se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo
hacia ellos la condición para entrar en su Reino (cf. Mt 25, 31-46).
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