miércoles, 16 de noviembre de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 87.
(Respuesta YouCat) Bautizar significa
sumergir. En su bautismo, Jesús se sumergió en la historia de pecado de toda la
humanidad. Con ello instituyó un signo. Para redimirnos de nuestros pecados
sería sumergido un día en la muerte, pero por el poder de su Padre sería despertado
de nuevo a la vida.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 536) El bautismo de Jesús es, por su parte,
la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja contar
entre los pecadores (cf. Is 53, 12); es ya "el Cordero de Dios que quita
el pecado del mundo" (Jn 1, 29); anticipa ya el "bautismo" de su
muerte sangrienta (cf. Mc 10, 38; Lc 12, 50). Viene ya a "cumplir toda
justicia" (Mt 3, 15), es decir, se somete enteramente a la voluntad de su
Padre: por amor acepta el bautismo de muerte para la remisión de nuestros
pecados (cf. Mt 26, 39). A esta aceptación responde la voz del Padre que pone
toda su complacencia en su Hijo (cf. Lc 3, 22; Is 42, 1). El Espíritu que Jesús
posee en plenitud desde su concepción viene a "posarse" sobre él (Jn
1, 32-33; cf. Is 11, 2). De él manará este Espíritu para toda la humanidad. En
su bautismo, "se abrieron los cielos" (Mt 3, 16) que el pecado de
Adán había cerrado; y las aguas fueron santificadas por el descenso de Jesús y
del Espíritu como preludio de la nueva creación.
Para Meditar
(Comentario YouCat) Los pecadores —soldados,
prostitutas, publícanos— salían al encuentro de Juan el Bautista, porque
buscaban «el bautismo de conversión para perdón de los pecados» (Le 3,3). En
realidad, Jesús no necesitaba este bautismo, pues él no tenía pecado. El hecho
de que se sometiera a este bautismo nos
demuestra dos cosas. Jesús toma sobre sí nuestros pecados. Jesús ve su bautismo
como anticipación de su Pasión y su Resurrección. Ante este gesto de su
disponibilidad a morir por nosotros, se abre el cielo: «Tú eres mi Hijo, el
amado» (Le 3,22b).
(Comentario CIC) (C.I.C 535) El comienzo (cf. Lc 3, 23) de la vida
pública de Jesús es su bautismo por Juan en el Jordán (cf. Hch 1, 22). Juan
proclamaba "un bautismo de conversión para el perdón de los pecados"
(Lc 3, 3). Una multitud de pecadores, publicanos y soldados (cf. Lc 3, 10-14),
fariseos y saduceos (cf. Mt 3, 7) y prostitutas (cf. Mt 21, 32) viene a hacerse
bautizar por él. "Entonces aparece Jesús". El Bautista duda. Jesús
insiste y recibe el bautismo. Entonces el Espíritu Santo, en forma de paloma,
viene sobre Jesús, y la voz del cielo proclama que él es "mi Hijo
amado" (Mt 3, 13-17). Es la manifestación ("Epifanía") de Jesús
como Mesías de Israel e Hijo de Dios.
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