sábado, 12 de noviembre de 2016

Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 85.



YOUCAT Pregunta 85. Parte III. ¿Por qué María es también nuestra madre? 


(Respuesta YouCat - repeticion) María es nuestra madre porque Cristo, el Señor, nos la dio como madre.  

Reflecciones y puntos a profundizar (C.I.C 978) "En el momento en que hacemos nuestra primera profesión de Fe, al recibir el santo Bautismo que nos purifica, es tan pleno y tan completo el perdón que recibimos, que no nos queda absolutamente nada por borrar, sea de la culpa original, sea de cualquier otra cometida u omitida por nuestra propia voluntad, ni ninguna pena que sufrir para expiarlas. Sin embargo, la gracia del Bautismo no libra a la persona de todas las debilidades de la naturaleza. Al contrario […] todavía nosotros tenemos que combatir los movimientos de la concupiscencia que no cesan de llevarnos al mal" (Catecismo Romano, 1, 11, 3). (C.I.C 147) El Antiguo Testamento es rico en testimonios acerca de esta fe. La carta a los Hebreos proclama el elogio de la fe ejemplar por la que los antiguos "fueron alabados" (Hb 11,2. 39). Sin embargo, "Dios tenía ya dispuesto algo mejor": la gracia de creer en su Hijo Jesús, "el que inicia y consuma la fe" (Hb 11,40; 12,2).

Para Meditar

(Comentario YouCat) «Mujer, ahí tienes a tu hijo». «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,26b-27a). En estas palabras que Jesús dirigió a Juan desde la cruz ha entendido siempre la Iglesia que Jesús confiaba toda la IgLesia a María. De este modo María es también nuestra madre. Podemos invocarla y suplicar su intercesión ante Dios.

(Comentario CIC) 

(C.I.C 148) La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38). Isabel la saludó: "¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada (cf. Lc 1,48). (C.I.C 149) Durante toda su vida, y hasta su última prueba (cf. Lc 2,35), cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el "cumplimiento" de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe.     

(Sigue la pregunta: ¿Por qué Jesús no se manifestó nunca en público a lo largo de treinta años de su vida?)

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