miércoles, 2 de noviembre de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 80.
(Respuesta YouCat – repetición) Dios quiso
que Jesucristo tuviera una verdadera madre humana, pero sólo a Dios como Padre,
porque quería establecer un nuevo comienzo, que no se debiera a ninguna fuerza
del mundo, sino únicamente a él.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 497) Los relatos evangélicos (cf. Mt
1,18-25; Lc 1,26-38) presentan la concepción virginal como una obra divina que
sobrepasa toda comprensión y toda posibilidad humanas (cf. Lc 1, 4): "Lo
concebido en ella viene del Espíritu Santo", dice el ángel a José a
propósito de María, su desposada (Mt 1,20). La Iglesia ve en ello el
cumplimiento de la promesa divina hecha por el profeta Isaías: "He aquí
que la virgen concebirá y dará a luz un Hijo" (Is 7, 14), según la
traducción griega de Mt 1, 23. (C.I.C 504) Jesús fue concebido por obra del
Espíritu Santo en el seno de la Virgen María porque él es el Nuevo Adán (cf. 1Co 15, 45) que inaugura
la nueva creación: "El primer hombre, salido de la tierra, es terreno; el
segundo viene del cielo" (1Co 15, 47). La humanidad de Cristo, desde su
concepción, está llena del Espíritu Santo porque Dios "le da el Espíritu
sin medida" (Jn 3, 34). De "su plenitud", cabeza de la humanidad
redimida (cf. Col 1, 18), "hemos recibido todos gracia por gracia"
(Jn 1, 16).
Para Meditar
(Comentario YouCat) La virginidad de María no es ninguna idea
mitológica ya superada, sino un dato fundamental para la vida de Jesús. Nació
de una mujer, pero no tenía un padre humano. Jesucristo es un nuevo comienzo en
el mundo, fundado desde lo alto. En el evangelio de san Lucas, María pregunta
al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?» (= no tengo relaciones con
ningún hombre; Le 1,34); a lo que responde el ángel: «El Espíritu Santo vendrá
sobre ti» (Le 1,35). Aunque la Iglesia, desde sus orígenes, ha sufrido burlas a
causa de su fe en la virginidad de María, siempre ha creído que se trata de una
virginidad real y no meramente simbólica.
(Comentario CIC) (C.I.C 508) De la descendencia de Eva, Dios eligió
a la Virgen María para ser la Madre de su Hijo. Ella, "llena de
gracia", es "el fruto excelente de la redención" (Sacrosanctum Concilium, 103); desde el
primer instante de su concepción, fue totalmente preservada de la mancha del
pecado original y permaneció pura de todo pecado personal a lo largo de toda su
vida.
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