sábado, 5 de noviembre de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 83.
(Respuesta YouCat - repeticion) La Iglesia
cree que «la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha
de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y
privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo
Salvador del género humano» (Dogma de 1854).
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 488) "Dios envió a su Hijo" (Ga
4, 4), pero para "formarle un cuerpo" (cf. Hb 10, 5) quiso la libre
cooperación de una criatura. Para eso desde toda la eternidad, Dios escogió
para ser la Madre de su Hijo, a una hija de Israel, una joven judía de Nazaret
en Galilea, a "una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa
de David; el nombre de la virgen era María" (Lc 1, 26-27): “El Padre de
las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a
ser la Madre precediera a la Encarnación para que, así como una mujer
contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida” (Lumen gentium, 56; 61).
Para Meditar
(Comentario YouCat) La fe en la «Inmaculada
Concepción» de María existe desde el inicio de la Iglesia. Hoy a veces se
entiende mal esta expresión. Significa que Dios preservó a María del pecado
original, y además desde el principio. Pero no dice nada sobre la concepción de
Jesús en el vientre de María. Y en ningún caso es una minusvaloración de la sexualidad
en el cristianismo, como si el marido y la mujer se «mancharan» cuando
engendran a un hijo.
(Comentario CIC) (C.I.C 487) Lo que la fe católica cree acerca de
María se funda en lo que cree acerca de Cristo, pero lo que enseña sobre María
ilumina a su vez la fe en Cristo. (C.I.C 489a) A lo largo de toda la Antigua
Alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas santas
mujeres. Al principio de todo está Eva: a pesar de su desobediencia, recibe la
promesa de una descendencia que será vencedora del Maligno (cf. Gn 3, 15) y la
de ser la Madre de todos los vivientes (cf. Gn 3, 20). En virtud de esta
promesa, Sara concibe un hijo a pesar de su edad avanzada (cf. Gn 18, 10-14;
21,1-2).
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