lunes, 7 de marzo de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 7. Parte I.
(Respuesta YouCat) El hombre, mediante la
razón, puede conocer que existe Dios, pero no cómo es Dios realmente. Pero como
Dios quería ser conocido, se ha revelado a sí mismo.
Reflecciones y puntos a profundizar
(Comentario CIC) (C.I.C 50) Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a
Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe otro orden de conocimiento
que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el de
la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015). Por una decisión
enteramente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su
misterio, su designio benevolente que estableció desde la eternidad en Cristo
en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo
amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.
Para meditar
(Comentario YouCat) Dios no estaba obligado a
revelarse a los hombres. Lo ha hecho por amor. Como en el amor humano podemos
saber algo de la persona amada sólo cuando nos abre su corazón, del mismo modo
sólo sabemos algo de los más íntimos pensamientos de Dios porque el Dios eterno
y misterioso se ha abierto por amor a nosotros. Desde la Creación, pasando por
los patriarcas y profetas hasta la Revelación definitiva en su Hijo Jesucristo,
Dios ha hablado una y otra vez a los hombres. En Él nos ha abierto su corazón y
mostrado claramente para siempre su ser más íntimo.
(Comentario CIC) (C.I.C 53) El designio divino de la revelación se realiza a la vez
"mediante acciones y palabras, íntimamente ligadas entre sí” y que se
esclarecen mutuamente (Dei verbum, 2). Este designio comporta una
"pedagogía divina" particular: Dios se comunica gradualmente al
hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace
de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado,
Jesucristo. San Ireneo de Lyon habla en varias ocasiones de esta pedagogía
divina bajo la imagen de un mutuo acostumbrarse entre Dios y el hombre:
"El Verbo de Dios […] ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del
hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios
a habitar en el hombre, según la voluntad del Padre" (San Ireneo de Lyon, Adversus
haereses, 3, 20, 2: PG 7, 944; cf. por ejemplo, Ibid. 3, 17,
1: PG 7, 929; 4, 12, 4: PG 7, 1006; 4, 21, 3: PG 7, 1046).
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