miércoles, 16 de marzo de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 12. Parte I.
(Respuesta YouCat) La verdadera fe la
encontramos en la Sagrada Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 76) La transmisión del
evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos maneras: — oralmente:
"los Apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones,
transmitieron de palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de
Cristo y lo que el Espíritu Santo les enseñó"; — por escrito:
"los mismos Apóstoles y los varones apostólicos pusieron por escrito el
mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo" (Dei verbum,
7). (C.I.C 87) Los fieles, recordando la
palabra de Cristo a sus Apóstoles: "El que a vosotros escucha a mi me
escucha" (Lc 10,16; cf. Lumen gentium, 20), reciben con docilidad
las enseñanzas y directrices que sus pastores les dan de diferentes formas.
Para meditar
(Comentario YouCat) El Nuevo Testamento ha surgido
de la fe de la Iglesia. Escritura y Tradición van unidas. La transmisión de la
fe no se da en primer lugar a través de textos. En la Iglesia antigua se decía
que la Sagrada Escritura estaba escrita «más en el corazón de la Iglesia que
sobre pergamino». Ya los discípulos y los Apóstoles experimentaron la nueva
vida ante todo a través de la comunión de vida con Jesús. A esta comunión, que
se continuó de un modo diferente tras la Resurrección, invitaba la Iglesia
naciente a los hombres. Los primeros cristianos «perseveraban en la enseñanza
de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones»
(Hch 2,42). Estaban unidos entre sí y sin embargo tenían espacio para otros.
Esto es lo que constituye la fe hasta hoy: los cristianos invitan a otros
hombres a conocer una comunión con Dios, que desde los tiempos de los apóstoles
se ha antenido inalterada en la Iglesia católica.
(Comentario CIC) (C.I.C
85) "El oficio de interpretar auténticamente la
palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de
la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo" (Dei verbum,
10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de
Roma. (C.I.C 86) "El Magisterio no está
por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo
transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo
escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este
único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para
ser creído" (Dei verbum, 10).
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