sábado, 19 de diciembre de 2015
571. ¿Qué es la oración contemplativa? (Tercera parte - continuación)
(Compendio 571
- repetición) La oración contemplativa es una mirada sencilla
a Dios en el silencio y el amor. Es un don de Dios, un momento de fe pura,
durante el cual el que ora busca a Cristo, se entrega a la voluntad amorosa del
Padre y recoge su ser bajo la acción del Espíritu. Santa Teresa de Jesús la
define como una íntima relación de amistad: «estando muchas veces tratando a
solas con quien sabemos que nos ama».
Resumen
(C.I.C 2721) La
tradición cristiana contiene tres importantes expresiones de la vida de
oración: la oración vocal, la meditación y la oración contemplativa. Las tres
tienen en común el recogimiento del corazón.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2716) La
oración contemplativa es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva,
esta escucha es la obediencia de la fe, acogida incondicional del siervo y
adhesión amorosa del hijo. Participa en el "sí" del Hijo hecho siervo
y en el "fiat" de su
humilde esclava. (C.I.C 2717) La oración contemplativa es silencio, este
"símbolo del mundo venidero" (San Isaac de Nínive, Tractatus mystici, 66) o "amor […]
silencioso" (San Juan de la Cruz, Carta,
6). Las palabras en la oración contemplativa no son discursos sino ramillas que
alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable para el hombre
"exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encarnado,
sufriente, muerto y resucitado, y el Espíritu filial nos hace partícipes de la
oración de Jesús.
Para la reflexión
(C.I.C 2718) La
oración contemplativa es unión con la oración de Cristo en la medida en que
ella nos hace participar en su misterio. El misterio de Cristo es celebrado por
la Iglesia en la Eucaristía; y el Espíritu Santo lo hace vivir en la
contemplación para que sea manifestado por medio de la caridad en acto. (C.I.C
2719) La oración contemplativa es una comunión de amor portadora de vida para
la multitud, en la medida en que se acepta vivir en la noche de la fe. La noche
pascual de la resurrección pasa por la de la agonía y la del sepulcro. El
Espíritu de Jesús, no la "carne que es débil", hace que llevemos a la
vida en la oración contemplativa los tres tiempos fuertes de la Hora de su
Jesús. Es necesario aceptar el "velar una hora con él" (cf. Mt 26,
40). (Continua)
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