miércoles, 9 de diciembre de 2015
565. ¿Quién puede enseñar a rezar? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 565
- repetición) La familia cristiana constituye el primer ámbito
de educación a la oración. Hay que recomendar de manera particular la oración
cotidiana en familia, pues es el primer testimonio de vida de oración de la Iglesia.
La catequesis, los grupos de oración, la «dirección espiritual» son una escuela
y una ayuda para la oración.
Resumen
(C.I.C 2694) La
familia cristiana es el primer lugar de educación para la oración. (C.I.C 2695)
Los ministros ordenados, la vida consagrada, la catequesis, los grupos de
oración, la "dirección espiritual" aseguran en la Iglesia una ayuda
para la oración.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2688) La catequesis de niños, jóvenes y adultos,
está orientada a que la Palabra de Dios se medite en la oración personal, se
actualice en la oración litúrgica, y se interiorice en todo tiempo a fin de
fructificar en una vida nueva. La catequesis es también el momento en que se
puede purificar y educar la piedad popular (cf. Catechesi tradendae, 54). La memorización de las oraciones
fundamentales ofrece una base indispensable para la vida de oración, pero es importante
hacer gustar su sentido (cf. Catechesi
tradendae, 55). (C.I.C 2689) Grupos
de oración, o "escuelas de oración", son hoy uno de los signos y
uno de los acicates de la renovación de la oración en la Iglesia, a condición
de beber en las auténticas fuentes de la oración cristiana. La salvaguarda de
la comunión es señal de la verdadera oración en la Iglesia.
Para la reflexión
(C.I.C 2690) El
Espíritu Santo da a ciertos fieles dones de sabiduría, de fe y de
discernimiento dirigidos a este bien común que es la oración (dirección espiritual). Aquellos y
aquellas que han sido dotados de tales dones son verdaderos servidores de la
tradición viva de la oración: Por eso, el alma que quiere avanzar en la
perfección, según el consejo de San Juan de la Cruz, debe "mirar en cuyas
manos se pone, porque cual fuere el maestro tal será el discípulo, y cual el
padre, tal el hijo". Y añade que el director: "demás de ser sabio y
discreto, ha de ser experimentado. [...] Si no hay experiencia de lo que es
puro y verdadero espíritu, no atinará a encaminar el alma en él, cuando Dios se
lo da, ni aun lo entenderá”(San Juan de la Cruz, Llama de amor viva, segunda redacción, estrofa 3, declaración, 30).
[Fin]
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