viernes, 18 de diciembre de 2015
571. ¿Qué es la oración contemplativa? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 571
- repetición) La oración contemplativa es una mirada sencilla
a Dios en el silencio y el amor. Es un don de Dios, un momento de fe pura,
durante el cual el que ora busca a Cristo, se entrega a la voluntad amorosa del
Padre y recoge su ser bajo la acción del Espíritu. Santa Teresa de Jesús la
define como una íntima relación de amistad: «estando muchas veces tratando a
solas con quien sabemos que nos ama».
Resumen
(C.I.C 2724) La
oración contemplativa es la expresión sencilla del misterio de la oración. Es
una mirada de fe, fijada en Jesús, una escucha de la Palabra de Dios, un
silencioso amor. Realiza la unión con la oración de Cristo en la medida en que
nos hace participar de su misterio.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2712) La
oración contemplativa es la oración del hijo de Dios, del pecador perdonado que
consiente en acoger el amor con el que es amado y que quiere responder a el
amando más todavía (cf. Lc 7, 36-50; 19, 1-10). Pero sabe que su amor, a su
vez, es el que el Espíritu derrama en su corazón, porque todo es gracia por
parte de Dios. La contemplación es la entrega humilde y pobre a la voluntad
amante del Padre, en unión cada vez más profunda con su Hijo amado. (C.I.C
2713) Así, la oración contemplativa es la expresión más sencilla del misterio
de la oración. Es un don, una gracia;
no puede ser acogida más que en la humildad y en la pobreza. La oración
contemplativa es una relación de alianza
establecida por Dios en el fondo de nuestro ser (cf. Jr 31, 33). Es comunión: en ella, la Santísima Trinidad
conforma al hombre, imagen de Dios, "a su semejanza".
Para la reflexión
(C.I.C 2714) La
oración contemplativa es también el tiempo
fuerte por excelencia de la oración. En ella, el Padre nos concede
"que seamos vigorosamente fortalecidos por la acción de su Espíritu en el
hombre interior, que Cristo habite por la fe en nuestros corazones y que
quedemos arraigados y cimentados en el amor" (Ef 3, 16-17). (C.I.C 2715)
La oración contemplativa es mirada de fe, fijada en Jesús. "Yo le miro y
él me mira", decía a su santo cura, un campesino de Ars que oraba ante el
Sagrario (F. Trochu, Le Curé d’Ars Saint
Jean-Marie Vianney (Lyon-Paris 1927). Esta atención a Él es renuncia a "mí". Su mirada purifica
el corazón. La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón;
nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los
hombres. La contemplación dirige también su mirada a los misterios de la vida
de Cristo. Aprende así el "conocimiento interno del Señor" para más
amarle y seguirle (cf. San Ignacio de Loyola, Exercitia spiritualia, 104). (Continua)
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