sábado, 7 de febrero de 2015
367. ¿Cuál es la fuente de moralidad de los actos humanos? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 367 – repetición) La
moralidad de los actos humanos depende de tres fuentes: del objeto elegido, es
decir, un bien real o aparente; de la intención del sujeto que actúa, es decir,
del fin por el que lleva a cabo su acción; y de las circunstancias de la
acción, incluidas las consecuencias de la misma.
Resumen
(C.I.C 1757) El objeto, la
intención y las circunstancias constituyen las tres ‘fuentes’ de la moralidad
de los actos humanos.
Profundizar y modos de explicaciones
(C.I.C 1752) Frente al objeto, la intención se sitúa del lado del sujeto
que actúa. La intención, por estar ligada a la fuente voluntaria de la acción y
por determinarla en razón del fin, es un elemento esencial en la calificación
moral de la acción. El fin es el término primero de la intención y designa el
objetivo buscado en la acción. La intención es un movimiento de la voluntad
hacia un fin; mira al término del obrar. Apunta al bien esperado de la acción
emprendida. No se limita a la dirección de cada una de nuestras acciones
tomadas aisladamente, sino que puede también ordenar varias acciones hacia un mismo
objetivo; puede orientar toda la vida hacia el fin último. Por ejemplo, un
servicio que se hace a alguien tiene por fin ayudar al prójimo, pero puede
estar inspirado al mismo tiempo por el amor de Dios como fin último de todas
nuestras acciones. Una misma acción puede, pues, estar inspirada por varias
intenciones como hacer un servicio para obtener un favor o para satisfacer la
vanidad.
Para la reflexión
(C.I.C 1753) Una intención buena
(por ejemplo: ayudar al prójimo) no hace ni bueno ni justo un comportamiento en
sí mismo desordenado (como la mentira y la maledicencia). El fin no justifica
los medios. Así, no se puede justificar la condena de un inocente como un medio
legítimo para salvar al pueblo. Por el contrario, una intención mala
sobreañadida (como la vanagloria) convierte en malo un acto que, de suyo, puede
ser bueno (como la limosna) (Cf. Mt 6, 2-4). (C.I.C 1754) Las circunstancias,
comprendidas en ellas las consecuencias, son los elementos secundarios de un
acto moral. Contribuyen a agravar o a disminuir la bondad o la malicia moral de
los actos humanos (por ejemplo, la cantidad de dinero robado). Pueden también
atenuar o aumentar la responsabilidad del que obra (como actuar por miedo a la
muerte). Las circunstancias no pueden de suyo modificar la calidad moral de los
actos; no pueden hacer ni buena ni justa una acción que de suyo es mala. [Fin]
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