miércoles, 4 de febrero de 2015

365. ¿Por qué todo hombre tiene derecho al ejercicio de su libertad?



365. ¿Por qué todo hombre tiene derecho al ejercicio de su libertad? 


(Compendio 365) El derecho al ejercicio de la libertad es propio de todo hombre, en cuanto resulta inseparable de su dignidad de persona humana. Este derecho ha de ser siempre respetado, especialmente en el campo moral y religioso, y debe ser civilmente reconocido y tutelado, dentro de los límites del bien común y del justo orden público.

Resumen

(C.I.C 1747) El derecho al ejercicio de la libertad, especialmente en materia religiosa y moral, es una exigencia inseparable de la dignidad del hombre. Pero el ejercicio de la libertad no implica el pretendido derecho de decir o de hacer cualquier cosa.

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 1738) La libertad se ejercita en las relaciones entre los seres humanos. Toda persona humana, creada a imagen de Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable. Todo hombre debe prestar a cada cual el respeto al que éste tiene derecho. El derecho al ejercicio de la libertad es una exigencia inseparable de la dignidad de la persona humana, especialmente en materia moral y religiosa (Cf. Dignitatis humanae, 2). Este derecho debe ser reconocido y protegido civilmente dentro de los límites del bien común y del orden público (Cf. Dignitatis humanae, 7).

Para la reflexión

(C.I.C 1705) En virtud de su alma y de sus potencias espirituales de entendimiento y de voluntad, el hombre está dotado de libertad, “signo […] eminente de la imagen divina” (Gaudium et spes, 17). (C.I.C 1730) Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. “Quiso Dios ‘dejar al hombre en manos de su propia decisión’ (Si 15,14.), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y feliz perfección”(Gaudium et spes, 17): “El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos”. (San Ireneo, Adversus haereses 4, 4, 3: PG 7, 983).   

(Siguiente pregunta: ¿Dónde se sitúa la libertad humana en el orden de la salvación?)

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