lunes, 29 de abril de 2013
Sb 10, 5 Ella reconoció al justo, lo conservó irreprochable
5 Cuando las
naciones, por su perversión unánime, fueron confundidas, ella reconoció al
justo, lo conservó irreprochable delante de Dios y lo hizo más fuerte que la
ternura hacia su hijo.
(C.I.C 57) Este orden a la vez
cósmico, social y religioso de la pluralidad de las naciones (cf. Hch
17,26-27), está destinado a limitar el orgullo de una humanidad caída que,
unánime en su perversidad (cf. Sb 10,5), quisiera hacer por sí misma su unidad
a la manera de Babel (cf. Gn 11,4-6). Pero, a causa del pecado (cf. Rom
1,18-25), el politeísmo, así como la idolatría de la nación y de su jefe son
una amenaza constante de vuelta al paganismo para esta economía aún no
definitiva.
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