jueves, 4 de abril de 2013

Pr 8, 1-9 Sí, mi boca profiere la verdad



(Pr 8, 1-9) Sí, mi boca profiere la verdad

1 ¿No está llamando la Sabiduría y no hace oír su voz la Inteligencia? 2 En las cumbres más altas que bordean el camino, apostada en el cruce de los senderos, 3 al lado de las puertas, a la entrada de la ciudad, en los lugares de acceso, ella dice en alta voz: 4 «A ustedes, hombres, yo los llamo, y mi voz se dirige a los seres humanos. 5 Entiendan, incautos, qué es la perspicacia; entiendan, necios, qué es la sensatez. 6 Escuchen: es muy importante lo que voy a decir, mis labios se abren para expresar lo que es recto. 7 Sí, mi boca profiere la verdad, la maldad es una abominación para mis labios. 8 Todas mis palabras son conformes a la justicia, no hay en ellas nada retorcido o sinuoso; 9 todas son exactas para el que sabe entender y rectas para los que ha hallado la ciencia.
(C.I.C 721) María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los más bellos textos sobre la Sabiduría, la Tradición de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relación a María (cf. Pr 8, 1-9, 6; Si 24): María es cantada y representada en la Liturgia como el “Trono de la Sabiduría". En ella comienzan a manifestarse las "maravillas de Dios", que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia: (C.I.C 2465) El Antiguo Testamento lo proclama: Dios es fuente de toda verdad. Su Palabra es verdad (cf. Pr 8, 7; 2S 7, 28). Su ley es verdad (cf. Sal 119, 142). ‘Tu verdad, de edad en edad’ (Sal 119, 90; Lc 1, 50). Puesto que Dios es el ‘Veraz’ (Rm 3, 4), los miembros de su pueblo son llamados a vivir en la verdad (cf. Sal 119, 30).

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