domingo, 7 de abril de 2013
Pr 14, 15 El prudente vigila sus pasos
15 El incauto cree todo lo que le dicen, pero el
prudente vigila sus pasos.
(C.I.C 1806) La prudencia es la virtud que dispone la
razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a
elegir los medios rectos para realizarlo. ‘El hombre cauto medita sus pasos’
(Pr 14, 15). ‘Sed sensatos y sobrios para daros a la oración’ (1Pe 4, 7). La
prudencia es la ‘regla recta de la acción’, escribe santo Tomás (Summa Theologiae, 2-2, q. a. 47, 2, sed
contra), siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor,
ni con la doblez o la disimulación. Es llamada auriga virtutum: conduce las otras virtudes indicándoles regla y
medida. Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El
hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta
virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y
superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos
evitar.
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