viernes, 17 de agosto de 2012
Ex 33,9-11 El Señor conversaba con Moisés
Éxodo 33
(pàginas selectas)
9 Cuando Moisés
entraba, la columna de nube bajaba y se detenía a la entrada de la Carpa del
Encuentro, mientras el Señor conversaba con Moisés. 10 Al ver la columna de
nube, todo el pueblo se levantaba, y luego cada uno se postraba a la entrada de
su propia carpa. 11 El Señor conversaba con Moisés cara a cara, como lo hace un
hombre con su amigo. Después Moisés regresaba al campamento, pero Josué –hijo
de Nun, su joven ayudante– no se apartaba del interior de la Carpa
(C.I.C 697) La nube y la luz.
Estos dos símbolos son inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo.
Desde las teofanías del Antiguo Testamento, la Nube, unas veces oscura, otras
luminosa, revela al Dios vivo y salvador, tendiendo así un velo sobre la
transcendencia de su Gloria: con Moisés en la montaña del Sinaí (cf. Ex 24,
15-18), en la Tienda de Reunión (cf. Ex 33, 9-10) y durante la marcha por el
desierto (cf. Ex 40, 36-38; 1 Co 10, 1-2); con Salomón en la dedicación del
Templo (cf. 1 R 8, 10-12). Pues bien, estas figuras son cumplidas por Cristo en
el Espíritu Santo. Él es quien desciende sobre la Virgen María y la cubre
"con su sombra" para que ella conciba y dé a luz a Jesús (Lc 1, 35).
En la montaña de la Transfiguración es Él quien "vino en una nube y cubrió
con su sombra" a Jesús, a Moisés y a Elías, a Pedro, Santiago y Juan, y
"se oyó una voz desde la nube que decía: Este es mi Hijo, mi Elegido,
escuchadle" (Lc 9, 34-35). Es, finalmente, la misma nube la que
"ocultó a Jesús a los ojos" de los discípulos el día de la Ascensión
(Hch 1, 9), y la que lo revelará como Hijo del hombre en su Gloria el Día de su
Advenimiento (cf. Lc 21, 27). (C.I.C 2576) Pues bien, "Dios hablaba con
Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo" (Ex 33, 11). La
oración de Moisés es modelo de la oración contemplativa gracias a la cual el
servidor de Dios es fiel a su misión. Moisés "conversa" con Dios
frecuentemente y durante largo rato, subiendo a la montaña para escucharle e
implorarle, bajando hacia el pueblo para transmitirle las palabras de su Dios y
guiarlo. "El es de toda confianza en mi casa; boca a boca hablo con él,
abiertamente" (Nm 12, 7-8), porque "Moisés era un hombre humilde más
que hombre alguno sobre la haz de la tierra" (Nm 12, 3).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario