martes, 14 de agosto de 2012
Ex 32,7-10 Se han fabricado un ternero de metal fundido
7 El Señor dijo a
Moisés: «Baja en seguida, porque tu pueblo, ese que hiciste salir de Egipto, se
ha pervertido. 8 Ellos se han apartado rápidamente del camino que yo les había
señalado, y se han fabricado un ternero de metal fundido. Después se postraron
delante de él, le ofrecieron sacrificios y exclamaron: «Este es tu Dios,
Israel, el que te hizo salir de Egipto». 9 Luego le siguió diciendo: «Ya veo
que este es un pueblo obstinado. 10 Por eso, déjame obrar: mi ira arderá contra
ellos y los exterminaré. De ti, en cambio, suscitaré una gran nación».
(C.I.C 2129) El mandamiento divino implicaba la prohibición de toda
representación de Dios por mano del hombre. El Deuteronomio lo explica así:
‘Puesto que no visteis figura alguna el día en que el Señor os habló en el
Horeb de en medio del fuego, no vayáis a prevaricar y os hagáis alguna
escultura de cualquier representación que sea...’ (Dt 4, 15-16). Quien se
revela a Israel es el Dios absolutamente Trascendente. ‘Él lo es todo’, pero al
mismo tiempo ‘está por encima de todas sus obras’ (Si 43, 27- 28). Es la fuente
de toda belleza creada (Sb 13, 3). (C.I.C 2130) Sin embargo, ya en el Antiguo
Testamento Dios ordenó o permitió la institución de imágenes que conducirían
simbólicamente a la salvación por el Verbo encarnado: la serpiente de bronce
(Cf. Nm 21, 4-9; Sb 16, 5-14; Jn 3, 14-15), el arca de la Alianza y los
querubines (Cf. Ex 25, 10-12; 1R 6, 23-28; 7, 23-26).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario