lunes, 6 de agosto de 2012
Ex 24,17-18 La gloria del Señor como un fuego devorador
17 El aspecto de
la gloria del Señor era a los ojos de los israelitas como un fuego devorador
sobre la cumbre de la montaña. 18 Moisés entró en la nube y subió a la montaña.
Allí permaneció cuarenta días y cuarenta noches.
(C.I.C
2085) El Dios único y verdadero revela ante todo su gloria a Israel (Cf. Ex 19,
16-25; 24, 15-18). La revelación de la vocación y de la verdad del hombre está
ligada a la revelación de Dios. El hombre tiene la vocación de hacer manifiesto
a Dios mediante sus obras humanas, en conformidad con su condición de criatura
hecha ‘a imagen y semejanza de Dios’ (Gn 1, 26): “No habrá jamás otro Dios,
Trifón, y no ha habido otro desde los siglos […] sino el que ha hecho y
ordenado el universo. Nosotros no pensamos que nuestro Dios es distinto del
vuestro. Es el mismo que sacó a vuestros padres de Egipto ‘con su mano poderosa
y su brazo extendido’. Nosotros no ponemos nuestras esperanzas en otro, (que no
existe), sino en el mismo que vosotros: el Dios de Abraham, de Isaac y de
Jacob”. (San Justino, Dialogus cum
Tryphone Iudaeo, 11, 1: PG 6, 497).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario