lunes, 27 de mayo de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 497.
(Respuesta YouCat) Los santos son personas
inflamadas por el Espíritu Santo; mantienen vivo el fuego de Dios en la
Iglesia. Ya en el tiempo de su vida terrena los santos fueron orantes fervientes
y contagiosos. En su cercanía es fácil rezar. Aunque no debemos nunca adorar a
los santos, podemos invocar a quienes están en el cielo para que intercedan por
nosotros ante el trono de Dios.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2683) Los testigos que nos han
precedido en el Reino (cf. Hb 12, 1), especialmente los que la Iglesia reconoce
como "santos", participan en la tradición viva de la oración, por el
testimonio de su vida, por la transmisión de sus escritos y por su oración hoy.
Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado
en la tierra. Al entrar "en la alegría" de su Señor, han sido
"constituidos sobre lo mucho" (cf. Mt 25, 21). Su intercesión es su
más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan
por nosotros y por el mundo entero.
Para meditar
(Comentario
YouCat) Alrededor de los grandes santos se han formado escuelas
particulares de devoción (espiritualidad), que, como los colores de un espectro,
señalan todas la luz pura de Dios. Todas parten de un elemento fundamental de
la fe para conducir, cada una por una puerta diferente, al núcleo de la fe y de
la entrega a Dios. Así, la espiritualidad franciscana parte de la pobreza de
espíritu, la benedictina, de la alabanza a Dios; la ignaciana, de la decisión y
la vocación. Una espiritualidad por la que uno se siente atraído según sus
características personales es también una escuela de oración.
(Comentario CIC) (C.I.C
2684) En la comunión de los santos, se han desarrollado diversas espiritualidades a lo largo de la
historia de la Iglesia. El carisma personal de un testigo del amor de Dios
hacia los hombres, puede transmitirse a fin de que sus discípulos participen de
ese espíritu (cf. 2R 2, 9) como aconteció con el "espíritu" de Elías
a Eliseo (cf. Lc 1, 17) y a Juan Bautista (cf. Perfectae caritatis, 2). En la confluencia de corrientes litúrgicas
y teológicas se encuentra también una espiritualidad que muestra cómo el
espíritu de oración incultura la fe en un ámbito humano y en su historia. Las
diversas espiritualidades cristianas participan en la tradición viva de la
oración y son guías indispensables para los fieles. En su rica diversidad,
reflejan la pura y única Luz del Espíritu Santo. "El Espíritu es
verdaderamente el lugar de los santos, y el santo es para el Espíritu un lugar
propio, ya que se ofrece a habitar con Dios y es llamado templo suyo" (San
Basilio, Liber de Spiritu Sancto, 26,
62: PG 32, 184).
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