miércoles, 22 de mayo de 2019
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 494.
(Respuesta YouCat) Cada acontecimiento,
cada encuentro puede ser un impulso para una oración. Pues cuanto más
profundamente vivimos en unidad con Dios tanto más profundamente comprendemos
el mundo que nos rodea.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2659) Aprendemos a orar en ciertos
momentos escuchando la palabra del Señor y participando en su Misterio Pascual;
pero, en todo tiempo, en los acontecimientos de cada día, su Espíritu se nos ofrece para que brote la oración. La
enseñanza de Jesús sobre la oración a nuestro Padre está en la misma línea que
la de la Providencia (cf. Mt 6, 11. 34): el tiempo está en las manos del Padre;
lo encontramos en el presente, ni ayer ni mañana, sino hoy: "¡Ojalá
oyerais hoy su voz!: No endurezcáis vuestro corazón" (Sal 95, 7-8).
Para meditar
(Comentario
YouCat) Quien busca la unidad con Dios ya desde la mañana es capaz de bendecir
a las personas con las que se encuentra, incluso a sus rivales y enemigos. A lo
largo del día pone todos sus problemas en manos del Señor. Tiene más paz en su
interior y la irradia. Emite sus juicios y toma sus decisiones preguntándose
cómo actuaría Jesús en esa circunstancia. Vence el miedo por medio de la
cercanía a Dios. En las circunstancias desesperadas no es inestable. Lleva en
sí la paz del cielo y con ello la transmite al mundo. Está lleno de
agradecimiento y de alegría por todo Lo bueno, pero también soporta las
dificultades que se encuentra. Esta atención a Dios es posible incluso durante
el trabajo.
(Comentario CIC) (C.I.C
2660) Orar en los acontecimientos de cada día y de cada instante es uno de los
secretos del Reino revelados a los "pequeños", a los servidores de
Cristo, a los pobres de las bienaventuranzas. Es justo y bueno orar para que la
venida del Reino de justicia y de paz influya en la marcha de la historia, pero
también es importante impregnar de oración las humildes situaciones cotidianas.
Todas las formas de oración pueden ser la levadura con la que el Señor compara
el Reino (cf. Lc 13, 20-21).
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