martes, 21 de mayo de 2019

Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 492.


YOUCAT Pregunta n. 492. - Parte II. ¿Tiene mi oración personal algo que ver con la oración de la Iglesia?   


(Respuesta YouCat – repeticion) En el culto divino de la Iglesia, en la Liturgia de las Horas y en la Santa Misa, se pronuncian comunitariamente oraciones que proceden de la Sagrada Escritura o de la tradición de la Iglesia. Unen a cada uno con la comunión orante de la Iglesia.       

Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2657) El Espíritu Santo nos enseña a celebrar la liturgia esperando el retorno de Cristo, nos educa para orar en la esperanza. Inversamente, la oración de la Iglesia y la oración personal alimentan en nosotros la esperanza. Los salmos muy particularmente, con su lenguaje concreto y variado, nos enseñan a fijar nuestra esperanza en Dios: "En el Señor puse toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor" (Sal 40, 2). "El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo" (Rm 15, 13).          

Para meditar        

(Comentario YouCat) La oración cristiana no es un asunto privado, aunque sí es muy personal. La oración personal se purifica, se amplía y se refuerza cuando entra regularmente en la oración de toda la Iglesia. Es un signo grande y hermoso cuando en todas las partes del mundo personas creyentes están unidas a la vez en las mismas oraciones entonando así un único canto de alabanza a Dios.

(Comentario CIC) (C.I.C 2658) "La esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rm 5, 5). La oración, formada en la vida litúrgica, saca todo del amor con el que somos amados en Cristo y que nos permite responder amando como Él nos ha amado. El amor es la fuente de la oración: quien saca el agua de ella, alcanza la cumbre de la oración: “Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida. Te amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarte eternamente. [...] Dios mío, si mi lengua no puede decir en todos los momentos que te amo, quiero que mi corazón te lo repita cada vez que respiro (San Juan María Vianney, Oratio, Le Curé d’Ars. Sa pensée-son coeur).      
 
(Continua la Pregunta: ¿Tiene mi oración personal algo que ver con la oración de la Iglesia?)   

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